miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hay una confusión en el barrio… 3

Sobre la gestión cultural

Bueno, primero quiero que conste que no prometí ser juicioso con esto de la escritura. Hoy retomo a propósito de un par de invitaciones que he recibido para hablar de mi experiencia como gestor independiente -o indie-gestor- en dos escuelas de música de Bogotá.  Y retomo porque justo estaba hablando en las entradas anteriores sobre “la industria” y “la empresa” y quedé de escribir sobre “la gestión cultural” -como la entiendo yo, claro-.

Para resumir las entradas anteriores decía que el fin de la industria es hacer cosas y el de la empresa es hacer plata. Obviamente es mucho mas complejo pero para efectos de lo que quiero contar hoy creo está bien así. Decía yo, que me considero gestor cultural y quedé de contarles el por qué. Como de costumbre en esta trilogía, voy a comenzar con la primera definición que sale en Google, la de Wikipedia.

Y dice así con entonado acento: Gestión es la asunción y ejercicio de responsabilidades sobre un proceso (es decir, sobre un conjunto de actividades) lo que incluye:
·       La preocupación por la disposición de los recursos y estructuras necesarias para que tenga lugar.
·       La coordinación de sus actividades (y correspondientes interacciones).
·       La rendición de cuentas ante el abanico de agentes interesados por los efectos que se espera que el proceso desencadene.

Como es tan pero tan pero tan claro esto que acabo de copiar y pegar y tengo sueño debería dejarlo ahí, pero como ya me comprometí con las charlas y me siento muy identificado con la Wikipedia mejor voy a usar esa definición. Lo primero es que leí “asunción”, me imaginé a la Virgen María subiendo a los cielos y me volvieron las ganas de escribir ¡Aleluya!. Asunción es aceptación, responsabilidades son responsabilidades y concluye con proceso que es una palabra que no le gusta tanto a la gente…

Lo primero que estamos hablando de un proceso que se lleva a cabo y para el cual debemos disponer de recursos y estructuras. Si quiero hacer un festival necesito músicos, un teatro para los conciertos, una página web para comunicar la programación, etc. Necesitamos de todas estas cosas, entre muchas otras, y la labor del gestor es conseguirlas. ¿Cómo? ¡Eso si es problema del gestor! Seguramente en este punto cierto tipo de lector dirá ¿Quién lo manda a meterse a hacer vainas? ¡A mi que me paguen mi concierto! Y si, ahí es donde se complica todo porque a veces no hay plata. Pero ahora resolvemos eso, sigamos adelante.

Pero no mentiras, no se puede seguir adelante, hay que seguir es para atrás y hacer una pregunta. ¿Para qué?  Y es que en la gestión, a diferencia de la empresa, los proyectos se emprenden sin pensar en el dinero como fin último. Yo por ejemplo programo, con varios amigos, un festival para contarle a la gente que la canción está viva y –entre otros muchos objetivos- generar una red de circulación con los músicos que se presentan año tras año. Para lograr esto debemos generar recursos, algunos representados en dinero y otros en especie. Puedo pedir un teatro prestado, un pasaje aéreo patrocinado a una embajada, canjear publicidad en una radio por un servicio, presentar una convocatoria para poder pagar músicos y personal de producción… Pero ojo, que también puedo gestionar un dinero para pagar un teatro y pedirle a algún músico que toque sin cobrar.

Si fuera un empresario dispondría (gestionaría) todos estos recursos para obtener un lucro al final. No estoy diciendo que los empresarios de la cultura no hagan una gran labor en la difusión del arte, la generación de redes, etc. pero hay que estar claros en que su objetivo principal es otro. Basta una sencilla tabla de Excel para que un empresario determine si es rentable o no presentar un espectáculo. Es muy simple: se suman las entradas, se restan los costos y el resultado es la ganancia o la pérdida. Si el ejercicio arroja pérdida el espectáculo no se hace y punto. Por esta razón, para un empresario sería impensable -como negocio- hacer un festival con músicos que no sean reconocidos pues de eso depende que obtenga un lucro, ya sea por la venta de boletas o de patrocinio.

En la gestión no es tan sencillo pero de nuevo debo aclarar que no estoy diciendo que a los gestores no nos interese generar ganancias, solo que las ganancias no sólo están representadas en dinero y los valores que generamos no se pueden sumar y restar entre si para obtener una cifra. Si queremos obtener dinero para que el trabajo de todo el mundo esté bien remunerado, pero el objetivo va mucho mas allá de eso.  En este punto el músico de seño fruncido me dirá: ¿Ya me va a salir con el cuento que me va a dar el espacio para mostrar mi trabajo? ¡A mi no me crea tan pendejo!. Y algunos gestores desencantados replicarán: ¡Pues si lo que quiere es ganar billete, ponga una puesto de empanadas!

Pero tranquilos, ¡no pelién que salen jugando! Es que las cosas se enredan generalmente por falta de claridad en los conceptos… Muchas veces debemos enfrentarnos a empresarios disfrazados de gestores y otras tantas los músicos tratamos a los gestores como si fueran empresarios. Y, como a todos nos enseñaron en el colegio, no se pueden sumar manzanas con peras y creo que ahí está la clave de todo. Sin embargo, no siempre es fácil reconocer un gestor de un empresario. Algunos pensaran que sí, que uno lleva corbata y viaja en Mercedes Benz mientras el otro usa mochila y llega en bus a las citas, pero no. Y como ese tema da para otra entrada, mejor paso a resumir y dejar sentada mi posición con esto de la industria, la empresa y la gestión a ver si puedo escribir de temas mas entretenidos…

Lo que creo en últimas es que los músicos, artistas -y los seres humanos en general- deberíamos tener una mayor conciencia de nuestros propios procesos, entender que existen muchos tipos de valores diferentes al dinero (generación de redes, promoción, experiencia, aprendizaje, retroalimentación) que tienen mayor o menor relevancia dependiendo de la etapa del proceso en que nos encontremos; y también que podemos ejercer diferentes tipos de rol dependiendo del punto en el que estamos y el agente al que nos enfrentamos. ¿Y esto por qué? Bueno pues volvamos a la definición, el punto final de la gestión implica “La rendición de cuentas ante el abanico de agentes interesados por los efectos que se espera que el proceso desencadene”. Si el músico que invito a mi festival quiere dinero y yo le entrego una red se va a sentir tumbado; de igual manera si un músico viene de muy lejos pensando en hacer promoción pero no obtiene ninguna entrevista y no va a verlo la gente adecuada, aunque esté muy bien remunerado en lo económico, también se va a sentir defraudado.

Lastimosamente los artistas muchas veces no sabemos en qué punto de nuestro proceso estamos, que queremos y mucho menos qué necesitamos. Terminamos tocando en espacios privados que “nos dan el espacio” y exigiéndole al dueño de un bar diminuto condiciones impensables para presentarnos. Nos endeudamos para ir a tocar gratis –e incluso pagando- a un festival al otro lado del mundo solo por ponerlo en la hoja de vida y dejamos pasar oportunidades reales en nuestro país e incluso en nuestra propia ciudad. Si acaso la alcaldía, municipalidad o algún ente estatal nos compra un concierto a buen precio optamos por no anunciarlo porque no entendemos que el dinero de la cultura es para las personas y no para los artistas, nos cuesta reconocer que somos simples emisarios. Eso va para otra entrada también.

En lo personal creo que el reto de los gestores es poder delimitar y aclarar esa serie de valores que no necesariamente se pueden cuantificar en el Excel y convertirlos en algo concreto que pueda, si no medirse, al menos evaluarse con el tiempo para obtener mejores resultados. Y simultáneamente abogar por que todas las personas involucradas en la gestión (artistas, técnicos, productores, escenarios) estén mejor remuneradas en la medida de lo posible pues hay que decirlo, muchas veces terminamos siendo unos terribles intermediarios entre la empresa privada, el sector publico, los artistas y el público pues hacemos todo por complacer al cliente Estado o empresa privada y tratamos a los artistas como simple mano de obra, vale decirlo, casi siempre mal remunerada. 

En este proceso de hacer gestión por impulso, intuición, necedad y necesidad, he cometido miles de errores, pero después de muchos años también empiezan a verse los frutos del trabajo constante. Solo que son frutos impensados, de dimensiones, formas y sabores extraños. No llegaron en forma fama, reconocimiento mundial y contratos multimillonarios, pero hay algo en esos frutos que me hace pensar que valió la pena. En las siguientes entradas trataré de transmitirles algunas impresiones, imágenes e intuiciones que me quedan de andar y leer este camino de músico indie-gestor. Y, como siempre, espero que alguien le aproveche.





No hay comentarios:

Publicar un comentario